Septiembre 5, 2022
Claudia Donoso
Por Carlos Kolster
Un error común es confundir inteligencia con conocimiento. Es evidente que no tenemos uno sin el otro, pero son diferentes destrezas.
Cuando Big Blue venció finalmente a Kasparov en el rematch de ajedrez del lejano 1997, los titulares de la prensa de la época no cesaron de resaltar la creciente superioridad de las máquinas sobre los humanos; y es cierto que hoy en día la AI (inteligencia artificial) y la capacidad de los procesadores ha avanzado tanto que todos tenemos en el bolsillo un Big Blue en potencia. Pero la realidad es que ni Big Blue, ni mi iPhone, ni la computadora más avanzada del mundo son capaces de separar la ropa negra de la blanca a la hora de lavar, a pesar de que juegan al ajedrez mucho mejor que nosotros.
Pero olvidemos por un instante el tema de la inteligencia artificial. Todos los seres vivientes poseen cierto grado de inteligencia y los humanos, adicionalmente, tenemos la capacidad única de poder no solo adquirir conocimientos a través de la experiencia, sino mediante el aprendizaje. Generación tras generación nos paramos sobre los hombros de gigantes como Aristoteles y Einstein, porque -a diferencia de los otros seres vivientes que conocemos- tenemos la capacidad de transmitir nuestros conocimientos a nuestros descendientes. Pero una cosa muy distinta es saber en qué fecha fue la Batalla de Waterloo y otra es entender lo que significa.
Inteligencia = Ingenio.
No existe ser humano que pueda rivalizar con el océano de conocimiento de Google o de Siri, pero como ha visto Tesla, una cosa es conocer todas las calles y las reglas de manejo y otra poder conducir sin chocar. La inteligencia es mucho más que tener conocimientos, se trata de algo mucho más escurridizo: el ingenio.
Es decir: lo que puedes hacer con lo que tienes. Aquel que sabe más que nosotros nos lleva una ventaja, pero al final siempre triunfa la creatividad, que no es otra cosa que la capacidad de poder idear una solución que va más allá de lo conocido. Ningún genio ha existido sin basarse en conocimiento previo, pero la diferencia entre Platón y tú es su capacidad de ver más allá de esos conocimientos.
La próxima vez que veas a alguien alabar a un participante de un concurso de TV por ser tan “inteligente” al saber cuál es la capital de ese país (que ni siquiera sabias que existía) recuerda que, a pesar de que es indudablemente admirable su “conocimiento”, esto poco dice de su inteligencia. Ya lo decía Piaget “Inteligencia es lo que usas cuando no sabes qué hacer.” (*)
Llegará el día en que el robot logre descubrir cuáles fotos tienen un semáforo y cuáles no, mientras tanto somos los amos y señores de la inteligencia, más no del conocimiento. Esa batalla ya la perdimos.
(*) Jean Piaget (1896-1980) Filósofo y psicólogo
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